A no confundirse: cuando uno ve los diagramas de Dol, este instrumento parece una porquería, un juguete para chicos.
Pero no. Es un potente microscopio de entre 180 y 300 aumentos (dependiendo de los lentes que le coloquen). Eso basta para ver casi toda la vida microbiana de la Tierra, y la estructura menuda de todo lo que tenemos a nuestro alcance. Atenti.
Lo más importante es conseguir un par de capilares de vidrio de los que se usan en los laboratorios (fijarse en los alrededores de la Facultad de Medicina), porque aquí el factor crítico es el objetivo.
Cuando lo tengan terminado y probado, pueden comenzar a espiar los divertidos y "encantadores" "animalitos" que pueblan el mundo invisible, como los describió Anton van Leewenhoek, descubridor —utilizando uno muy parecido a este— de los protozoarios, glóbulos sanguíneos, bacterias y espermatozoides, todo el mismo día. Sin entender una papa de ciencias, esa misma tarde se ganó el título de Padre de la Microbiología. Como era comerciante de telas, de inmediato hizo una fortuna porque era el único capaz de comprobar la calidad de los hilados observándolos al microscopio...
Vos podés hacer lo mismo, y más.
Diseño: Héctor Mario Sídoli. Publicado en Revista Lúpin, número 42, págs. 62 y 53, marzo de 1969.
Pero no. Es un potente microscopio de entre 180 y 300 aumentos (dependiendo de los lentes que le coloquen). Eso basta para ver casi toda la vida microbiana de la Tierra, y la estructura menuda de todo lo que tenemos a nuestro alcance. Atenti.
Lo más importante es conseguir un par de capilares de vidrio de los que se usan en los laboratorios (fijarse en los alrededores de la Facultad de Medicina), porque aquí el factor crítico es el objetivo.
Cuando lo tengan terminado y probado, pueden comenzar a espiar los divertidos y "encantadores" "animalitos" que pueblan el mundo invisible, como los describió Anton van Leewenhoek, descubridor —utilizando uno muy parecido a este— de los protozoarios, glóbulos sanguíneos, bacterias y espermatozoides, todo el mismo día. Sin entender una papa de ciencias, esa misma tarde se ganó el título de Padre de la Microbiología. Como era comerciante de telas, de inmediato hizo una fortuna porque era el único capaz de comprobar la calidad de los hilados observándolos al microscopio...
Vos podés hacer lo mismo, y más.
Diseño: Héctor Mario Sídoli. Publicado en Revista Lúpin, número 42, págs. 62 y 53, marzo de 1969.
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