¿A que nunca, mientras fueron niños, se les ocurrió armarse sus propios trompos? A mí no, y les aseguro que me hubiese gustado.
Aquí, Héctor Sídoli nos ofrece dos modelos diferentes de peonzas o trompos de juguete, realizados con materiales que cualquier niño puede conseguir (con la excepción de los carreteles de hilo de coser, que ya no vienen en todas las marcas como cuando éramos niños).
Tampoco aclara cómo se le quita la cabeza a un clavo: simplemente lo menciona de pasada como si todos supiéramos cómo se hace. Pues no, de hecho, yo no lo sabía. Los clavos se cortan con sierras para metales. Si no tienen una sierra para metales a mano, se puede hacer fácilmente también con una sierra para madera.
Finalmente, como ya indicamos en un post anterior, este planito es otro divertido recordatorio de la excelencia de Dol para diseñar cosas (por no hablar de su gracia como dibujante y guionista) pero de su pésima capacidad de diagramador. Como las maquetas de la revista las hacía él (para ahorrar un sueldo, porque no sabía diagramar), de nuevo tenemos aquí un gran desorden en las figuras. Aunque están numeradas 1-2-3-4-5-6, en la revista aparecen en el orden 5-6-1-3-4-2, algo capaz de confundir al lector mejor predispuesto.
Aquí, Héctor Sídoli nos ofrece dos modelos diferentes de peonzas o trompos de juguete, realizados con materiales que cualquier niño puede conseguir (con la excepción de los carreteles de hilo de coser, que ya no vienen en todas las marcas como cuando éramos niños).
Tampoco aclara cómo se le quita la cabeza a un clavo: simplemente lo menciona de pasada como si todos supiéramos cómo se hace. Pues no, de hecho, yo no lo sabía. Los clavos se cortan con sierras para metales. Si no tienen una sierra para metales a mano, se puede hacer fácilmente también con una sierra para madera.
Finalmente, como ya indicamos en un post anterior, este planito es otro divertido recordatorio de la excelencia de Dol para diseñar cosas (por no hablar de su gracia como dibujante y guionista) pero de su pésima capacidad de diagramador. Como las maquetas de la revista las hacía él (para ahorrar un sueldo, porque no sabía diagramar), de nuevo tenemos aquí un gran desorden en las figuras. Aunque están numeradas 1-2-3-4-5-6, en la revista aparecen en el orden 5-6-1-3-4-2, algo capaz de confundir al lector mejor predispuesto.
Diseño: Héctor Mario Sídoli. Publicado en Revista Lúpin número 44, páginas 62 y 63, mayo de 1969.
Comentarios
Publicar un comentario