¡Bienvenida, primavera!

Octubre de 1968. En Buenos Aires, yo tengo 7 años y voy a segundo grado de primaria en Balvanera.
En Saigón, el VietCong ataca la embajada norteamericana como prólogo a lo que será recordado como Ofensiva del Tet. En Checoslovaquia comienza la Primavera de Praga. La aldea vietnamita de My Lai es arrasada y sus pobladores masacrados. En EEUU se inaugura el Madison Square Garden. En París está en proceso lo que se va a llamar El Mayo Francés.


Y aquí, tres señores llamados Divito, Sídoli y Guerrero siguen haciendo la revista Lúpin, que, tímidamente, ha comenzado a publicar, además de sabrosas historietas para adolescentes, algunos planitos de aeromodelismo, electrónica y construcciones que serán la sal de la vida del país durante las siguientes cuatro décadas.
El número de ese mes, 37, publicó dos tiras del malogrado Abel Ianiro ("Purapinta") y las siguientes aventuras:
Resorte ("Con el Profe no hay peligros" de Dol)
Johnny Retruenos ("La trompada siniestra" de Benavídez y Mannken)

Johnny Retruenos

Lúpin el piloto ("Cielo y tierra en competencia", de Guerrero)
Tuerkito y Gasolina ("Tuercas y pistolas", por Tito Sol —o sea, Dol— y Pedro Seguí)
Bicho y Gordi ("Extraño encuentro", por Tito Sol) y
Al Feñique ("La fórmula misteriosa", por Guerrero).
Agrega, por supuesto, el Correo de Gordi (atendido, como siempre, por Dol), un concurso y un único planito de un helicóptero volador con palas en forma de búmerang, que ya hemos publicado en nuestros orígenes).

El zurdo Guerrero trabajando.

Como es esta la primera oportunidad en que se publicaba un helibúmerang, helicóptero, hélice volante o como se la quiera llamar, constituye un hito para nuestra amada revista de la infancia y la conmemoramos colocándole su portada a nuestro blog.

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